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Villa Allende: nueva asamblea vecinal contra el cierre de calles con portones por inseguridad

Escuchar/Descargar el reporte Federico Gaitán desde FM Nexo de Villa Allende, Córdoba.

Vecinos auto convocados de Villa Allende realizarán una nueva asamblea para dialogar sobre el proyecto del Sistema Integral de Seguridad y Prevención Vecinal impulsado desde el municipio y que ingresaría en los próximos días al Concejo Deliberante.

“Las asambleas tienen todas el mismo carácter, que es expresar la voluntad de los vecinos de rechazar este sistema de cerramiento”, remarcó Marcelo Bianco, vecino de la ciudad en entrevista con FM Nexo.

Además, impulsamos la discusión para concretar un proyecto integral, comunitario y transparente que incluya medidas básicas como desmalezado, iluminación y de promoción de alarmas comunitarias que han dado excelentes resultados, junto a una política de prevención”.

El hombre destacó la participación ciudadana en las asamblea y enfatizó que no están de acuerdo con la idea de “este cierre con portones a algunas calles de los barrios” .

“Ahora, en la nueva publicidad que lanza la Municipalidad, ha incorporado la palabra Prevención, que es uno de los temas en los que hacemos eje los vecinos. Y ha eliminado cualquier referencia a rejas o a portones para hablar de cierre de vías de escape a la delincuencia. Quiere decir, al igual que los cinco meses que lleva este proyecto dando vueltas sin haber sido aún presentado, que la Municipalidad está haciendo un permanente barajar y dar de nuevo con un proyecto que no termina de cerrar porque evidentemente desde el inicio viene fallido”, señaló Bianco.

El Ejecutivo local presentará el proyecto el jueves 8 de mayo en el Concejo Deliberante. El oficialismo, del PRO, cuenta con la mayoría en el recinto y se esperan movilizaciones para manifestar el repudio a la iniciativa.

 

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Algunas enseñanzas que llegan desde El Salvador

𝑷𝒐𝒓 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒊𝒏𝒂 𝑪𝒂𝒃𝒓𝒂𝒍 (*)

Viajé el año pasado por primera vez a El Salvador, invitada por la Asociación de Radios Participativas de ese país, ARPAS. Cumplían 30 años y convocaron a la Junta Directiva de ALER, nuestra red latinoamericana, conformada por cinco compañeres de diferentes países. Participé del foro “El derecho humano a la comunicación, a la libertad de prensa y el acceso a la información pública desde el periodismo comunitario”.

Comencé mostrando el mapa y señalando la distancia entre El Salvador y mi ciudad, Viedma. “Está muy lejos, no sólo por la distancia real sino por la distancia que nos han impuesto los modelos comunicacionales y culturales; no sólo porque ustedes comen pupusas y nosotros tomamos mate, sino porque nos han alejado. Sin embargo ALER y su producción en red, sus encuentros, sus proyectos, fueron acercándonos un poco más”, dije.

Hoy los gobiernos de Nayib Bukele y Javier Milei nos colocaron en una agenda continental que no manejamos. Si en Argentina se habla de El Salvador, es porque la figura de Bukele llegó por las redes, y lo mismo sucede al revés. “El movimiento social que tiene Argentina, no va a dejar que Milei haga lo que quiere”, me decían varias personas, y quisiera creerlo.

“Si venían unos meses atrás les iba a contar de los avances (parciales) en las políticas de fomento de medios comunitarios en Argentina, sin embargo les tengo que hablar de la motosierra que va destruyendo lo que habíamos logrado en materia de defensa del derecho a la comunicación”, señalé mostrando fotos de las puertas cerradas de Télam.

Las radios populares salvadoreñas nacieron, como en Argentina, para reconstruir las bases comunitarias rotas por la violencia dictatorial. La Guerra Civil (1980-1992) había provocado la huida de miles de personas a Honduras, y luego de la firma de los tratados de paz comenzaron a retornar. Esas radios se crearon para volver a ser una comunidad, la radio les ayudó a combatir el miedo a la palabra compartida. Al igual que en Argentina donde a finales de los 80 surgieron las radios comunitarias para intentar rehacer las tramas sociales quebradas por la dictadura. En ese pasado podemos reconocernos en una misma búsqueda.

Actualmente en ARPAS participan 17 radios, que son organizaciones sociales con mucha trayectoria de lucha, principalmente por el acceso al agua, a la tierra, contra el extractivismo. Otro gran lazo. Esa agenda de preocupaciones nos moviliza también a las 120 radios asociadas a FARCO.

𝐋𝐨𝐬 𝐦𝐞𝐝𝐢𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐩𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐧 𝐯𝐨𝐜𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐦𝐨𝐯𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐚𝐥𝐞𝐬

El Salvador es más pequeño que la provincia más pequeña de Argentina. Sus movimientos sociales están organizados principalmente por la defensa de la tierra y el agua. Fue el primer país en el mundo en prohibir la minería de oro, en 2017. Esta norma fue revocada en 2024 por una nueva ley que habilita la minería y el uso de cianuro y mercurio.

El presidente Bukele comenzó su mandato con la aprobación de un “régimen de excepción”. El objetivo era darle al gobierno todas las herramientas para detener a las maras o las pandillas. Lo que parecía una medida de algunos meses, ya lleva tres años. La organización Socorro Jurídico Humanitario (SJH) denuncia que al menos 20 mil de las 80 mil personas detenidas durante el régimen de excepción, son inocentes. El propio Bukele reconoció públicamente hace unos meses, en Costa Rica, que liberaron a unos 8 mil inocentes. Muchas de esas personas que fueron detenidas, figuraron semanas como desaparecidas porque no se sabía nada de ellas. La misma organización dijo que podrían ser más de 500 los prisioneros asesinados a golpes y muertos por falta de alimentos, medicinas y atención en salud.

El miedo ha sido el mayor estructurador de la sociedad salvadoreña, especialmente en personas que participan de organizaciones sociales de derechos humanos y ambientales.

En materia comunicacional existe una maquinaria institucional de comunicación con centro en las redes sociales y los medios comerciales. Un aparato estatal que no comunica oficialmente sus gastos y que invierte millones en propaganda, con un control centralizado de la información. Mientras, se extiende la cultura de silencio en todos los niveles del estado. El único que habla es el presidente y lo hace con quien él designa, que son en general youtubers famosos.

El ataque a la tarea de las radios participativas, comunitarias, viene en dos frentes: por un lado la falta de acceso a la información pública, y el silencio de todos los estamentos del estado a dialogar. Y por otro, el miedo a caer en las garras de la policía y la justicia que persigue a dirigentes comunitarios por causas como “estafa”. Como el caso de la compañera de Bálsamo radio y tv, Mónica Rodríguez a quien le decomisaron su vivienda con una fiscal que ingresó “encapuchada” y le quitaron sus computadoras y celulares, sin mencionar los motivos del secuestro de sus archivos.

Me sorprendió cuando escuché una de las medidas de protección que tomaron algunos comunicadores: Pedirle a sus familiares que quiten de sus redes todas las fotos que demostraran su parentesco. Es que la violencia digital y la persecución a quienes se manifiestan contra alguna de las medidas del gobierno, consiste en atacar en las redes también a familiares de los dirigentes sociales y comunicadores. Muchas veces esas amenazas terminan en el encarcelamiento de inocentes.

Los aprendizajes que nos dejan comunicadoras y comunicadores salvadoreños es que es necesaria la organización para la seguridad física y de las plataformas con las cuales hacemos nuestro trabajo. El periodismo comunitario es esencial cuando el estado no comunica, esconde y persigue.

El acompañamiento de redes y organizaciones por fuera del país, también es clave como estrategia de protección a quienes siguen aportando al ejercicio del derecho a la comunicación y la información.

(*) 𝑰𝒏𝒕𝒆𝒈𝒓𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝑹𝒂𝒅𝒊𝒐 𝑬𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝑽𝒊𝒆𝒅𝒎𝒂, 𝑹𝒊́𝒐 𝑵𝒆𝒈𝒓𝒐. 𝑰𝒏𝒕𝒆𝒈𝒓𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝑴𝒆𝒔𝒂 𝑫𝒊𝒓𝒆𝒄𝒕𝒊𝒗𝒂 𝒅𝒆 𝑭𝑨𝑹𝑪𝑶 𝒚 𝒗𝒊𝒄𝒆𝒑𝒓𝒆𝒔𝒊𝒅𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝑨𝑳𝑬𝑹 –𝑨𝒔𝒐𝒄𝒊𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝑳𝒂𝒕𝒊𝒏𝒐𝒂𝒎𝒆𝒓𝒊𝒄𝒂𝒏𝒂 𝒅𝒆 𝑬𝒅𝒖𝒄𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒚 𝑪𝒐𝒎𝒖𝒏𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝑷𝒐𝒑𝒖𝒍𝒂𝒓-.

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1 de Mayo dia de los y las trabajadoras: ¿Cómo celebramos?

En 1889, un organismo de representación de los trabajadores en diferentes partes del mundo, conocido como la Segunda Internacional, estableció el 1° de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en conmemoración a los “Mártires de Chicago”.

En nuestro país, el primer acto del Día del trabajador se realizó en 1890, en el Prado Español, ubicado en el barrio porteño de Recoleta. Según quienes organizaron el evento, asistieron allí cerca de tres mil personas. Las demandas de las trabajadoras y los trabajadores se hicieron escuchar en diferentes idiomas: español, italiano, alemán y francés, conforme a la composición del movimiento obrero en esa época.

Milei ya lleva casi un tercio de su mandato y la política de motosierra refleja sus efectos en múltiples frentes. Uno de los más sensibles es el trabajo.

En este 2025 las movilizaciones de los gremios y sectores sociales se hicieron sentir  en distintos puntos del país. 

Pablo Chacon, Secretario General del Gremio de Comercio de Córdoba, destacó la importancia de la industria: “sin industria en Córdoba no tenemos salario, no tenemos futuro, Córdoba es industrial”. 

En ese sentido rechazó la desregulación a las importaciones: “Este ingreso de mercadería sin control perjudica  a toda la industria, al salario de los trabajadores”. 

El objetivo de la movilización era claro: mostrar el rechazo a las políticas de exclusión y ajuste del gobierno de Javier Milei.

Liliana Olivero, Ex Legisladora Provincial de Córdoba, dijo que todos los días son de lucha: “venimos luchando en contra el brutal ajuste de un facho que ha pactado con el FMI una deuda fraudulenta impagable y que pretende que los jubilados, los laburantes y los despedidos y precarizados la paguemos”. 

Cada miércoles personas jubiladas se manifiestan en Argentina en contra del brutal impacto del ajuste sobre todo entre adultos mayores, a quienes les recortaron parte de sus haberes en 2024 y el congelamiento del bono mensual. 

La docente jubilada, Rosa Carreras, dijo que este día se celebra en la calle: “defendiendo los derechos que son vulnerados cada día y cada hora en todos los sectores sociales, se están perdiendo todos los derechos que son esenciales para la calidad de vida de las personas”. 

Uno de los reclamos principales fue el repudio a la represión de la protesta social y el pedido para que  no continúe el despido de personal tanto en dependencias estatales como en empresas privadas», y que las negociaciones salariales sean «libres y homologadas».

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Ongamira: el valle de todos los tiempos

A tan sólo ocho kilómetros al norte de Capilla del Monte, el camino a Ongamira se bifurca de la ruta 38 y amanece en un valle que nace. Este pequeño lugar, en el departamento de Ischilín, es el corazón de resistencias que perviven en un mismo tiempo histórico. Pasados y presente afloran desde lo más profundo. De estas tierras tira la memoria y entre sus ovillos, la historia de Deodoro Roca, el impulsor de la reforma universitaria, es una de las tantas vivencias entreveradas en este valle de legados.

Ongamira supo estar bajo el Océano Pacífico, hasta que se formó la Cordillera de los Andes. Hoy irrumpe con sus piedras de millones de años, el bosque serrano y los pastizales sobre la cima de sus cerros. Reúne todos los tiempos en las capas de sus tierras que resguardan hasta caracoles de mar. Las etnias hênîa y kâmîare aún respiran en el aire de este valle que carga las épocas de la invasión española.

Los relatos orales sobre lo que sucedió, se trasladan a una penosa lucha contra el español. El cerro Colchiquí, se dice, fue el último lugar de la resistencia indígena en 1574. Escapando de la esclavitud que los ojos del invasor auguraban, emprendieron otro viaje y desde lo alto de este cerro se lanzaron mujeres, niñxs y hombres, en una despedida trágica de este mundo. Colchiquí, ese nombre, vino después. El cerro, con sus 1.575 metros sobre el nivel del mar, se llamaba Charalqueta, por ser un homenaje al dios de la alegría, lugar donde se reunían para adorar a la luna y al sol. Transformado por el impulso del conquistador, pasó a llamarse Colchiqui, en alusión al dios de la fatalidad y la tristeza.

Una postal panorámica de paredones, aleros y cuevas rojizas se destiñen con los oscuros que sombrean sus árboles. Hace 104 años Deodoro Roca escribía, en este lugar, el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria. Gustavo, uno de sus nietos, vive en la casona de Ongamira que construyó su padre sobre el terreno que tenía Deodoro, con árboles frutales, una pileta -que ya no existe- y una carpa itinerante que solía armar para sus nietos, nietas y amigos.

Deodoro nació el 2 de julio de 1890 en Córdoba capital, en la casa de la calle Rivera Indarte. “Como todo cordobés o era beato o era abogado”, comienza Gustavo dando cuenta de la pertenencia a una de las familias más tradicionales de la ciudad cordobesa y del país. El 7 de junio de 1942 murió en su casa de Córdoba, sin que ninguno de sus nietos llegara a conocerlo.

El 21 de junio de 1918, Deodoro Roca publicaba el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria que sería fuente de inspiración para los movimientos estudiantiles de toda América Latina: “Córdoba se redime. Desde hoy contamos con una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”, pronosticaba el comienzo del Manifiesto.

Las manifestaciones universitarias comenzaron a visibilizar el descontento estudiantil desde marzo de 1918, siendo uno de los epicentros más importantes la huelga del 15 de junio. La necesidad de cambios profundos en la Universidad, también se enmarcaba en el modelo de país que se discutía entre los y las jóvenes. La reforma cuestionaba, entre otras cosas, el sistema de privilegios por el que se regía la Universidad, las elites que accedían a estudiar eran directamente homologables a las elites que gobernaban el país. Por eso, Deodoro reforzaba esta idea vertebral de su pensamiento: “no hay reforma universitaria sin reforma social”.

Sus nietos, Gustavo y Manuel, no lo encasillan: ni socialista, ni marxista, ni comunista. “Ya era un desclasado en aquella época. Odiado y admirado”, dicen. Amigo de paisanos e intelectuales, sensibilizado por la naturaleza, Deodoro llegó a Ongamira desde muy joven, en una salida a caballo que había emprendido junto a un hermano, desde Villa General Mitre, en el departamento de Totoral, al norte de la provincia.

El bar de los Supaga

Entre unas pocas viviendas aisladas, aparece la de la familia Supaga, amigos de Deodoro desde sus primeras visitas por Ongamira. Una casa blanca, de techos bajos y chapa, se extiende a lo ancho con algunas habitaciones de ventanas añejas, que supieron ser un hotel en el que solía hospedarse Deodoro. Los Supaga todavía la mantienen junto a un antiguo bar donde Deodoro se reunía con sus amigos y colegas.

El silencio casi sepulcral es un pasaje hacia el encuentro con caballos atados al palenque y a los pasos lentos de sus habitantes recorriendo los caminos. “En 1910 conoce Ongamira con su hermano, tenía 14 años. Viene varias veces más y encuentra a estos paisanos Supaga, donde termina alojándose”, cuenta Gustavo. Hoy, donde alguna vez hubo pulpería en el año 1880, se encuentra el “Museo Deodoro Roca”, con algunas de sus pertenencias, organizado por Feliciano, el bisnieto de Felipe Supaga, el primer amigo de Deodoro en Ongamira.

Bar de los Supaga. Foto: María Eugenia Marengo

Entre algunas de sus anécdotas por estas tierras, recuerdan aquella en que Deodoro junto a un vecino se lamentaban por el loteo masivos de tierras y el peligro de que el valle comience a modificar su paisaje. Entonces se les ocurrió poner un cartel que decía: “Próximamente Lazareto Leprosario Doctor Finocchietto”.

“Eran famosos los juicios donde iba Deodoro. Siempre llevaba un criollo en el bolsillo y comía pan en los juicios. Absolutamente informal. Ideológicamente muy formado”, dice Gustavo e insiste en conseguir sus escritos críticos sobre la llamada “década infame”, de la Argentina de los años ‘30.

Deodoro no salió más que dos veces del país, tenía una correspondencia asidua con pensadores de diversos lugares y visitantes como Mario Bravo, Alberti, Atahualpa, entre otros. “El lugar más triste del mundo”, dijo Pablo Neruda cuando lo visitó en Ongamira y quedó perplejo entre la historia y el entorno. En los intercambios de ideas, Deodoro fundó el periódico “Flecha” y la revista “La Comuna”, atravesada por el contexto social y citadino.

En las galerías del antiguo salón de los Supaga se discutió la Reforma y se escribió el Manifiesto Liminar. No se puede tomar la Universidad como un claustro, decía Deodoro. “Luego quedó como un movimiento estrictamente universitario, aséptico, alejado de la realidad social y política. Si vemos el Cordobazo tiene mucho origen en la Reforma, unión de obreros y universitarios, su sentido libertario y revolucionario”, explica Manuel.

Para Manuel y Gustavo, Ongamira también es la historia íntima de sus padres. Su madre Elisabeth Feigin y su padre, Gustavo Roca, se conocieron por primera vez en este valle con sólo cinco años de edad. Aún estaba la pileta vieja, donde Deodoro solía salir desnudo, “con una corbata y una flor en la cabeza, no quedaba nadie”.

Cuando se aburría de los que venían a visitarlo se iba a pintar o visitaba algún paisano, como Don Samuel Córdoba. Llegaba con una botella de vino para comer algún puchero. Don Samuel le decía: “doctor en mi casa hay de todo, y lo que falta, falta”, y por ahí solo tenía ginebra y yerba. “Don Samuel vivía a campo, dormía con los perros como el viejo vizcacha”, recuerdan.

En una noche del invierno de 1942, moría Deodoro en su casa de Córdoba. Se iba para el sector aristócrata y clerical de aquella sociedad, “un traidor a su cuna”. Entre tantas palabras, el poeta y amigo González Tuñón lo despedía: “Deodoro, querido camarada, inolvidable amigo, yo sé en qué Ongamira celeste vagará tu alma.  Morir será un pretexto para verte. Sé que nos encontraremos detrás del horizonte, donde se alcanza la acabada y perfecta desnudez del alma…”.

…………….

Entre Córdoba y Ongamira

El antiguo solar de 36 habitaciones, ubicado en la calle Rivera Indarte al 544 de la capital cordobesa, fue donde nació y murió Deodoro. Fue, además, la casona de encuentros, refugios y debates políticos. A través de los relatos de su padre, los nietos de Deodoro vivencian aquellos veranos de fútbol y juego en las calles del barrio. “Era un barrio humilde, pero con residencias grandes. Mi viejo contaba que en el verano venía el heladero y mi abuelo le pagaba por un mes todos los helados para los chicos del barrio. Le decía vos dale los helados que quieran. Y a lo mejor nunca se lo pagaba”, dicen.

En el sótano Deodoro había dejado una voluptuosa biblioteca. Uno de sus recurrentes lectores fue Ernesto Guevara, quien se había mudado de Alta Gracia a la ciudad capitalina para terminar el secundario. Luego de la muerte de Deodoro, su viuda María Deheza y sus hijos Marcelo y Gustavo, se mudaron a otra casa en la zona de ‘Alta Córdoba’. Allí, se hicieron vecinos con la familia Guevara. En sus constantes visitas, Gustavo Roca padre inicia una amistad duradera con su vecino. “Ernesto iba a la biblioteca de mi abuelo y desde allí la vinculación familiar con la familia Guevara, de alguna manera recibió sus primeras influencias en la lectura. La primera vez que Ernesto fue a una manifestación, fue con mi viejo que tenía cuatro años más que él”, cuenta Manuel. El padre del Che, Don Ernesto, había sido amigo de Deodoro, se habían conocido solidarizados en la ayuda a los republicanos durante la Guerra Civil Española. Celia de la Serna, la mamá del Che, recordó alguna vez como “las chupinas al Colegio de Ernesto eran para perderse en la biblioteca del papá de Gustavo Roca”.

Gustavo, el hijo de Deodoro, también fue abogado. Defensor de presos políticos, el nexo indispensable para el recibimiento de los fugados de la cárcel de Trelew en 1972 hacia Chile, donde los esperaba el entonces presidente Salvador Allende, quien también dejó su paso por Ongamira.

Mi padre no militaba en ningún partido. Muy vinculado con los movimientos de Latinoamérica, el Ejército Guerrillero del Pueblo, (EGP), por los años ’60; con los sindicalistas, Tosco, René Salamanca, Atilio López, algunos sectores del peronismo, Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde”, cuentan sus hijos. Ya para la década del ’70 apoyó a los movimientos de izquierda que surgían en un contexto de rebeliones. Así, Ongamira, también se transformó en el lugar de entrenamiento militar de Montoneros, ERP, MIR de Chile, Tupamaros de Uruguay. “Mi viejo no era de Montoneros, ni del ERP, era genérico”, agrega Manuel. “Los primeros tiros de los Montoneros en Córdoba se tiraron acá en la quinta de los Supaga. Hay un paredón lleno de agujeros. Yo fui el porta armas”, recuerda Gustavo.

Como en un movimiento cíclico de siglos, el Valle de Ongamira vivenció una vez más la persecución. Cuatro veces llegaron los militares con los aviones de la Armada: 1972-1975-1976-1977. “Con Lanusse en el ’72, la habían saqueado, después de lo de Trelew. Por ahí están los tiros. Con Miguel Supaga nos enfrentamos en la época de la Triple A, no quedó nada. Las otras veces ya no estábamos”.

El 27 de febrero de 1974, un golpe de Estado policial al mando del Jefe de la Policía provincial, Antonio Navarro, derrocó al gobernador Obregón Cano. El “Navararrazo”, fue el comienzo de la dictadura en Córdoba, que dio inicio a una profundización en la persecución y represión política.

En 1976 comenzó el exilio: “de los cincos hermanos, los más chicos nos fuimos el 25 de marzo de 1976 y Gustavo, con 18 años salió desde Ongamira en mayo”, cuenta Manuel que tenía 12 por aquel entonces. El mismo 24 de marzo, el estudio jurídico de Gustavo Roca fue allanado por el Ejército y luego incendiado por orden del General Luciano Benjamín Menéndez, Jefe del III Cuerpo del Ejército. La familia entera fue nombrada en las listas de los represores.

Vestigios de la lucha antimenera de vecinxs organizadxs que frenaron la explotación a cielo abierto en el valle

El exilio y el regreso

El exilio los llevó a Cuba y luego a Madrid. Fue en La Habana donde Mario Benedetti le preguntó a Gustavo por su abuelo. “En ese tiempo sabía poco de mi abuelo y Mario sabía un montón de la Reforma Universitaria”. En el hotel “La Habana Libre”, Gustavo leyó por primera vez el Manifiesto Liminar completo.

La Casa de las Américas había hecho una publicación en el año 1977 y fue la edición que le pasó Mario Benedetti. La Universidad de La Habana fue la primera en reconocer la obra de Deodoro Roca, y en homenaje el aula magna lleva su nombre. El cubano Julio Antonio Mella, se convirtió en el principal dirigente de la Reforma en Cuba, quien diría en plena década del ’20: “luchamos por una universidad más vinculada con la necesidad de los oprimidos, (…) más útil a la ciencia y no a las castas plutocráticas…”.

Para Manuel y Gustavo, el principal homenaje a su abuelo fue el sentido que se le ha dado a la formación universitaria en Cuba: “la Universidad al servicio del pueblo”, dicen pensando en aquel inspirador deseo de cambio que marcó al siglo pasado.

El exilio y todas sus formas, es personal y es colectivo. En 1982, Gustavo fue el primero en regresar a la Argentina. Hoy, los nietos de Deodoro sostienen que la Reforma no llegó a ser popular, que “la troncaron” y la acotaron a lo institucional. “Nosotros hemos cosechado un profundo amor por Ongamira, por él, por mi padre y por lo que este lugar significa en el contexto de América Latina. Pensar que en un lugarcito de la sierras de Córdoba se pudo hacer un quilombazo a nivel internacional, es porque francamente hacía falta. Y Deodoro sabía que la Reforma había quedado inconclusa”, concluye Gustavo.

El valle se despide desde el fondo de la noche: “mi abuelo fue un gran incomodador y lo sigue siendo”, dice Manuel entre risas sobre el final de una charla que desovilla una de las tantas memorias, que hacen de Ongamira el lugar de todos los tiempos.

Magistratura: otra vez se postergó la investigación por el viaje de jueces a Lago Escondido pagado por Clarín

El Consejo de la Magistratura volvió a frenar la investigación por el viaje de jueces a Lago Escondido pagado por el Grupo Clarín. Durante la reunión de la Comisión de Disciplina del organismo se aprobó una vez más la postergación del caso.

A fines de 2022 se filtraron conversaciones de un grupo de chat en Telegram entre los jueces federales Julián Ercolini, Carlos Mahiques, Pablo Cayssials, Pablo Yadarola, el entonces ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’Alessandro, uno de los dueños del grupo Clarín, Jorge Rendo, el abogado del grupo, Pablo Cassey y ex agentes de inteligencia. El objetivo, era arreglar cómo conseguir facturas truchas y hacer aprietes de todo tipo para encubrir que viajaron al complejo de Joe Lewis en Lago Escondido invitados y pagados por Clarín.

Durante la reunión de la comisión, el diputado de Unión por la Patria, Rodolfo Tahilade, criticó la decisión y aseguró que “hay una vocación de no investigar el hecho, probablemente, más grave que tuvo el Poder Judicial argentino en los últimos años”.

Lo vimos todos. No podemos hacernos los estúpidos. Estaban los videos, estaba Maíques recibiendo la bolsita de Telecom, en el aeropuerto de Bariloche, todos los demás jueces. Después aparece en chat en donde hablaban de cómo arreglaban causas”, recordó.

El legislador de UP, Mariano Recalde, también criticó la postergación del tratamiento del caso y cuestionó que “no se ha esgrimido un solo fundamento para la postergación”.

Es una de las manchas más grandes que ha tenido la historia de la justicia federal en nuestro país y que después de dos años prácticamente no está pasando nada. Es una suerte de encubrimiento, protección”, remarcó.

Hasta el senador macrista Luis Juez se opuso a que el tema se siga postergando y aseveró que “no puede ser la postergación un mecanismo de defensa”. Esto contraviene cualquier principio básico de derecho de defensa. Esconder ,patear, patear, patear, patear y patear. Alguna vez tenemos que ponerle fin al tema”, añadió.

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Trabajadores del INTI protestaron contra el vaciamiento y la posible fusión con el INTA

Los trabajadores y trabajadoras del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) marcharon este miércoles en la Avenida General Paz, que divide la Ciudad de Buenos Aires con el Conurbano bonaerense, en contra el vaciamiento del organismo.

Rechazan la posible fusión con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Esta mañana cortaron la avenida en protesta y fueron reprimidos por la Policía.

Estamos atravesando un vaciamiento que no solo pone en peligro los puestos de trabajo del INTI y al continuidad de un organismo histórico, sino que pone en peligro a toda la población”, afirmó la trabajadora del INTI, Giselle Santana.

En esa línea se explayó sobre las consecuencias que generarían la eliminación de controles de seguridad que realiza el INTI sobre distintos productos industriales. “Sin INTI no hay posibilidad de desarrollo industrial ni asistencia técnica a las pymes, pero sin INTI tampoco hay seguridad para la población respecto de los productos que consumen. Ya nadie va a certificar la calidad de los productos industriales que la población en general consume, de lo que se importa, ya nadie va a poder garantizar la trazabilidad de las mediciones de las que se ocupa el organismo”.

Por eso, Santana convocó a toda la comunidad a apoyar esta lucha en contra del cierre del INTI. “Nos parece que es una pelea para dar en conjunto, los trabajadores y la población porque cada organismo que cierra es un derecho que la sociedad pierde”.

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